Leyendas Morelenses
Una reunión inolvidable de
personajes/ Boxeadores y luchadores reunidos en torno a la mesa/ Los
deportistas que le dieron brillo a Cuernavaca
y Morelos en más de seis décadas/ Las anécdotas, los sucesos y las
vivencias del cuadrilátero/ Froilán Salazar logra reunir a las glorias del
guante y el enlonado.
Carlos O.
Morales
…El destino
me tenía preparada una sorpresiva comida y el honor de convivir con los viejos
boxeadores y luchadores de antaño. En el mes de las piñatas, la colación, el
ponche, el pavo y las piñatas.
Camino al
viejo edificio del PRI, enfilé por la calle de Guerrero. Al filo de las dos de
la tarde el estómago empieza a gruñir, justo en ese momento recordé que de llegar a sentir hambre solo tenía
que marcar el teléfono y decirle a mi vieja, ¿me marcaste? Para que me hiciera
llegar una torta o una chapata, pero ese día no habría de comer así.
En la antigua
5ª calle de Guerrero, Froilán Salazar levantaba las manos al cielo, dio risa
verlo así, y la pregunta fue, ¿Qué paso?- nada mi Charly, pero pásale te invito
a comer, órale-dije- en tanto comentaba Froilán, -están unos amigos, déjame presentarte,
y así dio inicio a la más grande sorpresa para mí que jamás imaginé.
Solo sabía y
conocía del boxeo por las pláticas que se habían presentado entre Froilán y yo,
con motivo de la formación de un libro precisamente sobre deportistas
morelenses.
Pocos son los
cuernavacos de origen, y los viejos aficionados al boxeo conocedores de quienes son, El Baby de Cuernavaca, Ino Colín,
Don Jesús Díaz Bustamante, conocido en el arte del pancracio como “el chamaco Díaz”
además diputado local dos veces y excelente compositor, un verdadero poeta y
bohemio de los que ya no hay.
Daniel Dámaso,
Modesto Colín “El estudiante”, Epifanio “el tony” Hernández, Gil Flores, y el propio Froilán Salazar,
cinco, siete o nueve, los que sean, verlos reunidos en torno a dos mesas donde
el platillo principal es uno solo, Mole con pollo y arroz rojo, el mejor mole
que haya probado en mi vida, un sabor a tiempo y con olor a box, un arroz, que
se desliza por la garganta con un sazón que recuerda el sonar de la campana, y
los gritos desde las gradas, un plato lleno de recuerdos que reviven con tan
solo saludar a quienes en la década de los 50, hicieron vibrar los sábados
provincianos de la Cuernavaca del ayer, que llenaron al tope la Arena Fray Nano
del Pasaje Eguia.
En las mesas
no hay alcohol, solo Coca Cola y vasos desechables, refresco de sabores y un
enorme e imaginario vitrolero donde los hielos del recuerdo refrescan la
garganta de la memoria y eso sí, de ese imaginario recipiente de cristal todos
nos emborrachamos de los tiempos idos, de aquellos años que no volverán pero
que están presentantes en el libro de la vida de cada uno de los asistentes.
Frente a mí
con la cabeza cana y la huella del paso del tiempo en su rostro, El Baby
Cuernavaca, menudito, apenas habla, pero su figura es inconfundible, rompe el
pan en pedazos y saborea al igual que yo, ese mole tan especial que lo hace
insuperable, mientras a la mente llega
ese 8 de agosto de 1951 cuando habría de enfrentar en seis asaltos a Kid
Chamorro un viejo fajador del rastro.
En el mismo
evento de boxeo interescolar Secundaria/Preparatoria, Modesto Colín “El
estudiante” sentado a un lado mío, enfrentaba a Pancho Martínez alias el
Valiente mirada. La coca cola con hielo revive las anécdotas en mesa, y
recordamos otro cartel, este del 28 de octubre de 1952, en tanto que Baby
Cuernavaca enfrenta a Chucho Ortiz, un fuerte ponchador morelense, antes Ino
Colín (compañero de la lente durante muchos años) enfrentaba precisamente a El
Estudiante Colín ¡su primo! Nada más.
Jorge Frikas
Lozano hermano de la güera Frikas, madre de más de cinco, entre ellos Juan y
Javier Jaramillo Frikas enfrentaba a Francisco Castro, y no solo era box, sino
que la Arena Fray Nano presentaba también lucha libre y en uno de los principales
encuentros, el “Chamaco Díaz” (don Jesús Díaz Bustamante) del departamento de
Tránsito tendría un mano a mano contra Black Diamond (enmascarado de Pénjamo,
Guanajuato, sin duda grandes recuerdos los que tiene que contar los forjadores
del deporte en Morelos desde los años 50.
La comida se
daría una vez más en este año que termina, 2013, un año de grandes sorpresas y
de significativos sucesos en la vida política, económica y social, pero para el
que escribe un honor inmerecido el haber tenido la oportunidad de convivir con
estos grandes atletas que merecen un homenaje mayor que estas simples líneas,
repito, UN HONOR HABER COMPARTIDO EL PAN Y LA SAL, y un reconocimiento al buen
amigo Froilán Salazar por su tarea echada a cuestas, recuperar la historia
deportiva del estado de Morelos y especialmente de Cuernavaca.
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