El viejo penal de Atlacomulco

Texto/ Carlos O. Morales Imagenes/ Tizoc Cuellar E.
El Parque Ecológico San Miguel Acapantzingo, tiene bajo sus cimientos una historia, una leyenda que habrá de perderse al paso de los años, mientras narrar lo que hay bajo ese bello parque de recreación y esparcimiento es un intento por enriquecer la historia de Cuernavaca. En lo que hoy es un lugar de descanso y reunión de las familias morelenses y visitantes, el parque como un gigantesco mausoleo, fue el antiguo penal de Atlacomulco por varias décadas, y en un pasado reciente. Aun abandonada la vieja cárcel, majestuosa aún en ruinas, y escondió en sus rincones, miles de historias de tortura, gritos, violaciones, lagrimas, odio, rencor e impotencia. En sus 66 años de negro historial, el inmueble lucía abandonado, habitado solo por unos cinco custodios que se encargaban de vigilar este centro penitenciario que albergó a todo tipo de delincuentes, desde el pequeño ladrón de poca monta, hasta el más sanguinario asesino, violador o secuestrador. Hablar de los internos, la mayoría desconocidos, y algunos que alguna vez figuraron en el ámbito político, industrial y cultural, sería una verdadera tarea y faltaría espacio para hablar de cada uno de ellos. Sin embargo, la historia de este centro considerado durante muchos años, como ideal para la readaptación social, es aún y con todos los secretos que encerró, un lugar que impresionaba aún en su más completa soledad, y el solo ingresar a él, inquietaba e incomodaba, porque se percibía todavía un ambiente de corrupción, tortura y muerte.
El enorme enrejado blanco, era el primer paso para ingresar a lo que fue la cárcel estatal, 15 metros más adelante, una nueva puerta metálica del mismo color, se abría para previa identificación, poder ingresar a lo que alguna vez se llamó “la aduana” donde se colocaba un sello que solo se podía percibir a través de una pequeña caja de madera con luz mercurial. Así, se lograba el acceso de una puerta que pintada de color morado claro, daba al patio principal donde convivieron los reos de todas las clases y delitos, antes, del lado derecho se encontraba el local utilizado para la elaboración de pan. El lugar conservaba las máquinas para el amasado de la harina, la mezcla de masa y levadura, las charolas de madera para colocar los bolillos y teleras, Esas maquinas no se sabe a donde fueron a parar. Ahí también se localizaron pequeños espacios que sirvieron también como dormitorios de los maestros y ayudantes panaderos, y ya abandonado el penal, solo habitaban gigantescas ratas que asemejaban conejos de color grisáceo, las cuales pululaban por cualquier parte y rincón. A un lado, el taller eléctrico, y más allá lo que alguna vez fue el gimnasio de los reos, en el total abandono solo quedaron algunas fotografías de pequeños hijosdequiensabequien, así como los aparatos construidos por los mismos delincuentes. Enfrente, algunas celdas que fueron habitadas por los reclusos poderosos que en base a su dinero tenían privilegios como el de tener en ellas, además del dormitorio, un lavabo, un wc con regadera, en tanto que en el piso se veian las cajas de lociones y perfumes caros como un Carolina Herrera for men y Pasha de Cartier.
En todas las celdas-domitorio, predominó la utilización de Biblias, el Nuevo Testamento, Proverbios y libros religiosos evangélicos de La Luz del Mundo, la Iglesia Evangélica Pentecostés, aún y sobre la iglesia católica, lo mismo los leían en la sección femenil, que en el área dedicada a los violadores, homicidas y secuestradores, la crema y nata de la delincuencia más perversa. En una de tantas pequeñas celdas, viejas fotografías con leyendas quedaron pegadas como mudo testimonio de quienes vivieron en este recinto infernal, el cual el amor entre otras cosas se utilizó para sugerir; Ama y haz lo que quieras/ pero si callas/ si gritas, corriges/ perdonas, y quieres/ hazlo con amor, porque está tras de ti, la razón del amor/. Más allá del encierro, en el interior de lo que fue un penal estatal, también hubo reclusos que tenían el don de la reflexión y uno de ellos dejó escrito en un pizarrón; “ Los dos guerreros más poderosos son, la paciencia y el tiempo/ No existe peor soledad que la que se vive en compañía/ Soñar en como nos gustaría ser, es desperdiciar la persona que somos/ La imaginación es la libertad del hombre/ el rencor su prisión, por lo que el que ríe al último ríe solo/ He conocido las tormentas al punto de la zozobra/ y salí avante cambiando por la experiencia de ser mejor/. Otros en cambio tuvieron pese a su largo y tedioso encierro, momentos de humor como el que antes de abandonar la prisión para su traslado al nuevo penal de alta seguridad en Xochitepec, dejó un recado que aún no ha sido borrado; “no estoy para nadie, me fui a Atlacholoaya”.
Asimismo, la miseria en el penal de Atlacomulco, era inocultable pese a estar desierto el inmueble, concretamente atrás del área de dormitorios, vivían hacinados en las peores condiciones humanas, en cuartos de un metro por 1.50 centímetros, construidos con lámina, palos y cartón, delincuentes considerados de menor peligrosidad, eran la escoria viva del reclusorio, y fueron mudos testigos de su supervivencia en condiciones infrahumanas, los trastos, sartenes, cucharas, cobijas y colchones individuales de hule espuma sin cubierta alguna, y las estampas del santo de su devoción. Aquí, abundaron los negocios de comida y antojitos para quienes podían pagar alimentos de mejor calidad que los elaborados en la cocina oficial, donde solo estaban las grandes cacerolas, ollas de aluminio y utensilios utilizados para lo que las autoridades del reclusorio, llamaban comida. Los negocios de comida rápida, sopas, mariscos, teléfonos, cigarros, hamburguesas, tortas, protección y droga, formaron parte del llamado pueblito, el mismo que fue gobernado en diferentes épocas por los denominados “autogobiernos”, solapados por los corruptos funcionarios que durante décadas permitieron su proliferación, ya que generaba millonarias sumas para quienes detrás, escondidos en la clandestinidad controlaron el penal. Hubo muchos que se enriquecieron a costa del sufrimiento de quienes alguna vez violaron la ley, lesionaron, asesinaron, violaron, despojaron o defraudaron, pero hubo otros que pregonaron su inocencia, lamentablemente lo hicieron en medio del desierto, forjado por los responsables de administrar una cárcel que nunca sirvió para la readaptación social que solo se práctico en el discurso de servidores públicos nefastos, corruptos, sin alma, pero si llenos de una ambición desmedida, tenían una población superior a los mil 500 internos, y cada uno era proveedor de esa riqueza que hoy ya no debe existir. el dia de la visita al viejo penal Tizoc y su inseparable cámara
Otros negocios, llamaban la atención por su originalidad, como el “Creaciones Caleb”, letrero colocado en la puerta de una paupérrima celda de madera, donde se ofrecía trabajos de curiosidades en plata, reparaciones y hechura de anillos, cadenas, dijes, aretes, gargantillas y collares, para lo cual solo se pedía “ el 10 por ciento, el resto a la entrega del trabajo, solo los sábados y los domingos”. Otro más, ceviches y mariscos, cocteles y camarones, así como las quesadillas, además de quienes se dedicaban a la elaboración de canastas tejidas, bolsas de polietileno, retratos laqueados, cuadros religiosos en metal repujado, cinturones y hebillas, los más privilegiados fueron contratados para el armado de encendedores Tokai, cuyas piezas estában regadas en el suelo miles de piezas de metal y plástico negro, otros miles de componentes se hayaban en sus cajas originales, eran piezas fabricadas en Japón, y todos se armaban aquí, en el penal de Atlacomulco. Para nadie era un secreto el tráfico de drogas en su interior, menos para los familiares y esposas de los internos, en todas las zonas, los dormitorios, el comedor, los talleres, en todos los rincones de esta cárcel o cerrada totalmente, cada tarea y cada trabajo a realizar tuvo un precio, como lo tuvo el tequila, los rones, el whisky y hasta el cogñac, la protección y principalmente el trabajo de asear el inmueble, tarea está última que se endilgaba a los delincuentes de recién ingreso. Incluso, el área femenil, tuvo su propia historia, era una zona donde el dinero también circuló a granel, se pagaba por no hacer el aseo, se pagaba por el trabajo de costureras, se pagaba los objetos perdidos o no entregados en “consigna”, palabra esta, que se manejó diariamente, semana a semana, mes a mes, año tras año, muchas libretas se llenaron con los hechos de la vida diaria de las mujeres recluidas aquí, en medio de un submundo donde los hombres del mal, los delincuentes y los hampones merodeaban esta área prohibida, era atractiva y no pocos se arriesgaron por las noches, nadie decía nada, todos los sabían incluidos los custodios y los funcionarios directivos. Una hoja de la vida diaria esta la siguiente; había normas escritas que como informes se firmaban y entregaban a la jefa de la denominada “área femenil”, la fecha dos de mayo del año 2000, el documento llamado “consigna”, establece 1°, las internas que no estén registradas en trabajo social no podrán salir a visitas conyugales, 2°, las mujeres que no pasen lista no podrán salir del área femenil, 3°, las internas de nuevo ingreso no podrán salir del área durante 15 días ni podrán platicar con los internos, 4°, la que no realice la “talacha” no podrá salir del área, 5°, la persona que cubra las cosas por consigna deberá pagarlas, (siempre tenían algo que pagar), 6°, en sastrería podrá quedarse una pareja por noche, la cual se podrá rolar y deberán salir antes de las 7.00 horas a.m., de aquí se brinca uno al punto 8°, donde por órdenes del subdirector del penal la interna Rocío Jurado (los apellidos reales los reservamos), no podrá salir del área femenil hasta nuevo aviso, es decir, la negativa a someterse a sus caprichos sexuales era motivo para violar los derechos humanos de las internas, o así la decisión de quien controlaba el área, que permitía el dormir en sastrería no importando quienes durmieran, (mujer-hombre, mujer-mujer), eran privilegios no escritos que se respetaban como leyes dentro del reclusorio, y el citado documento, era firmado por quien realizaba la “consigna”, un ejemplo la del dos de mayo del presente año, firmada por Shirley Lynn, (nombre verdadero) del tercer turno. Hoy el área femenil, es parte de la historia del ex cereso, las máquinas de coser están solas, abandonadas aún con los hilos puestos, los baños lucen limpios en comparación a los de las celdas de los hombres, que hieden y apestan, huelen a miseria y ratas muertas, porque el olor es el mismo. En lo que fue el kinder, solo quedan las mesas y las pequeñas sillas, un triciclo, una andadera, dos bicicletas más, están solos, ya no habrá más risas y juegos de pequeños que ignoran el porqué están ahí, el sol ha quitado el color a sus juguetes, como la ley ha quitado la libertad a quienes les dieron vida. Solo cuelgan dos bolsas de plástico llenas de agua, utilizadas quizá para espantar a los moscos y otros insectos, los lavaderos lucen intactos, y los tendederos en la azotea igual, solo hay mugre y cochambre en los viejos trastes de su cocina, porque guisaban aparte. En tanto en la gran cocina, ya se han llevado la estufa más grande, y enfrente las largas mesas donde hacían los internos sus trabajos de artesanía, solo quedan las huellas de quiensabecuantospresos, alguna vez se sentaron frente a ellas, hoy todo el ajetreo de la población interna son recuerdos frescos, en los pasillos de los dormitorios, solo quedan los grandes escudos de equipos de futbol soccer, americano, basquetbol y besibol, lo mismo se tenía al Santos Laguna, que al Barcelona, a los Lakers de los Angeles, o los Jazz de Utah, otros menos, dejaron sus cuadros de pintores como Vincent Van Gog y sus Girasoles, y allá, en el dormitorio de los secuestradores, frente a la celda marcada con el número seis, la figura de Jim Morrison se yergue como si en ese sitio también hubiera existido un fiel seguidor del Rey Lagarto, aquí donde paradójicamente, las drogas fueron el pan nuestro de cada día, para soportar el tedio, el aburrimiento, la soledad, la desesperanza, aquí ya no habrá más presos torturados, y menos corruptos funcionarios que se enriquecieron con el tráfico de enervantes, y la protección a delincuentes, esos ya no estarán más aquí, se fueron, ahora están muy cerca, como si nada, en el municipio de Xochitepec…

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